miércoles, 12 de junio de 2013

Breve historia de la gran lucha de un abogado: Manuel Belgrano


Por Jorge Alberto Ripani (h).

MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO se recibió de abogado en 1793 en España. Luego fue Secretario del consulado en Buenos Aires. Durante las invasiones inglesas fue uno de los muy pocos funcionarios americanos que se negó a jurar fidelidad a la corona inglesa. A tal efecto comenzó a demostrar su enorme coraje y amor a  la patria. Para Belgrano la patria es Hispanoamérica. Se incorporó a las milicias que resistieron la invasión británica, tomó las armas pese a ser un intelectual. A partir de allí, su vida mezcló  la abogacía con el arte militar y la política para siempre.
Fue miembro importantísimo de los patriotas que se juntaron a conspirar secretamente en la jabonería de Vieytes y luego terminaron declarando la libertad en el cabildo abierto, uno de los episodios de la independencia iberoamericana. De la Jabonaría de Vieytes no quedaron rastros, hay una avenida hoy en día. Lo nombraron vocal de la Primera Junta. 

Inmediatamente le empezaron a encargar misiones militares. Durante una de ellas creó la bandera nacional un 27 de febrero, en Rosario, a orillas del río Paraná. Tomó los colores de la Casa de Borbón, ya que la revolución del 10 le juró fidelidad a Fernando Séptimo de España. A su vez los colores implicaron la unidad hispanoamericana. Posteriormente se le agregó el sol que representa al dios Inca "huiracocha" en el interés de incorporar el mestizaje preponderante en el pueblo continental. Buenos Aires le prohibió muchas veces mostrar esa bandera azul - celeste y blanca. Esta cuestión transformó a la bandera en un mito epocal de revolución. Desobedeció. 

Luego lo mandaron a hacerse cargo del ejército del Norte. Le suministraron pocos recursos ya que fue considerado un enemigo de las incipientes intenciones unitarias de Buenos Aires. Se hizo cargo pese a saber muy poco del arte de la guerra. Encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño. Pese a las malas condiciones obtuvo importantes victorias acompañado por Dorrego (posteriormente federal asesinado por Lavalle) y Lamadrid (posteriormente unitario). Enfermó de gravedad varias veces en el campo de batalla dada las malas condiciones de alimentación e higiene. En algún momento le entregó la posta del ejército del norte al General San Martín. Uno de los encuentros mas gloriosos de la historia argentina.
Seguidamente durante una misión diplomática a Europa, descubrió las cartas que probaron el intento de Alvear de entregar la revolución a un protectorado británico. Eso terminó con el gobierno alvearista luego de una revolución del Cabildo de Buenos Aires protagonizado por el suegro de San Martín. 

En el congreso de 1816 que declaró la independencia en Tucumán, participó impulsando junto con San Martín y Guemes una monarquía parlamentaria  con un representante de la Casa Inca al que se iban a ir incorporando los representantes de las provincias liberadas por el ejército de los Andes. Esas intenciones nunca lograron la mayoría necesaria. 

Donó una importantísima parte de su sueldo para la construcción de escuelas. Buenos Aires dominada por Rivadavia nunca las construyó.

Falleció en la pobreza total, como tantos héroes, el 20 de junio de 1820, olvidado. Sólo para un periódico fue noticia su muerte. Sólo un diario habló de él. Le pagó al médico con su reloj. Según Felipe Pigna, en campaña contrajo hidropesía, blenorragia, paludismo, cirrosis hepática y mal de Chagas.

Belgrano fue un abogado, economista, intelectual, escritor, político y militar de esos que escasearon. Padre fundador inconmensurable. Se jugó la vida ganando y perdiendo todo en el barro del campo de batalla. Pensó un Estado para todos y fue parte del sueño colectivo de unidad continental  que aún continúa latiendo en el interior de las poblaciones  latinoamericanas.